"Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia. Anda según los caminos de tu corazón y la vista de tus ojos, pero recuerda que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo y aparta de tu carne el mal, porque la adolescencia y la juventud son vanidad."
Eclesiastés 11: 9-10
La durabilidad de las cosas ha pasado a ser un asunto del pasado. Antiguamente, cuando se ofrecía algún artefacto se pensaba en la durabilidad (como ejemplo puedo recordar al televisor de mi abuelo). Hoy en cambio, de lo que se trata es de intensidad. Los bienes pasan de moda en un par de años (cuando no en meses), y el placer y la dicha que provocaron suele perderse en días.
Las estadísticas sugieren, por ejemplo, que los adolescentes son los principales consumidores de celulares nuevos. No están pensando en tener un celular que les dure mucho tiempo, sino en tener una experiencia "más intensa" antes de comprar el siguiente.
Esta misma concepción se ha implantado como un utilitarismo de la vida. Los jóvenes y los adultos, la gran mayoría de las veces, no están interesados en valores eternos sino en la pasajera felicidad de consumir algo nuevo cada día.
Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta
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