“Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Pero quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras está muerta?”Santiago 2:19,20
La pregunta que sirve de título a esta entrada es válida porque la incredulidad es más sutil de lo que se piensa. La carta del Apóstol Santiago nos confronta con el hecho de que no es necesario caer en el ateismo declarado para ser un incrédulo; en verdad la falta de fe se muestra, más que con palabras, a través de nuestras actitudes y de nuestra conducta. De allí que ser un incrédulo no sea asunto de decir “no creo en Dios”; porque se puede estar dentro de la Iglesia y llevar una vida que niegue la fe que se pretende tener.
¿Cómo saber si nos mueve la fe o la incredulidad?
El capítulo 7 del Evangelio de San Juan nos da varias señales de la falta de fe. Aquí la primera:
La Señal del Acomodamiento
El versículo 5 dice que ni aun los hermanos de Jesús creían en Él. Habían visto a Jesús desde siempre, del mismo modo en que muchas personas dicen ser cristianas por haber crecido en hogares cristianos y haber conocido acerca de Jesús desde pequeños. Pero esto no es ninguna garantía de fe, ya que la Biblia dice que sus propios hermanos no creían en él.
Jesús les dijo:
Jesús les dijo:
“No puede el mundo odiaros a vosotros; pero a mí me odia, porque yo testifico de él, que sus obras son malas” (v. 7)
Ellos tenían muy buena relación con el mundo. Esas buenas relaciones no se debían precisamente a que los hermanos de Jesús eran buenas personas. Jesús estaba siendo perseguido a pesar que sanaba a los enfermos y hacía el bien. Las buenas relaciones de los hermanos de Jesús se debía a que ellos tenían una actitud bastante "comprensiva" hacia el pecado, ellos se habían acomodado a los dictados y valores de aquellos que viven al margen de la voluntad de Dios.
¿Cómo saber si soy un incrédulo? La respuesta es fácil ¿Cuál es tu relación con el mundo?
Responde esta pregunta y tendrás la respuesta.
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Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta
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