miércoles, 19 de septiembre de 2007

Victoria y Santidad




1 Samuel 5:1-5
1Samuel hablaba a todo Israel.
Por aquel tiempo salió Israel a librar batalla con los filisteos, y acampó junto a Eben-ezer, mientras los filisteos acamparon en Afec. 2Los filisteos presentaron batalla a Israel, y trabándose el combate, Israel fue vencido delante de los filisteos, los cuales hirieron en el campo de batalla como a cuatro mil hombres. 3Cuando volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: «¿Por qué nos ha herido hoy Jehová delante de los filisteos? Vayamos a Silo y traigamos el Arca del pacto de Jehová, para que, estando en medio de nosotros, nos salve de manos de nuestros enemigos».
4El pueblo envió gente a Silo, y trajeron de allá el Arca del pacto de Jehová de los ejércitos, que habitaba entre los querubines; y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el Arca del pacto de Dios. 5Aconteció que cuando el Arca del pacto de Jehová llegó al campamento, todo Israel gritó con júbilo tan grande que la tierra tembló.






El texto de Samuel nos presenta la historia de una batalla. El pueblo de Israel iba a enfrentar a los filisteos en batalla. Los filisteos acamparon en Afec. Los israelitas acamparon en Ebenezer. Sin embargo, Israel fue vencido y 4,000 hombres fueron heridos en el combate.Israel, el pueblo de Dios, fue vencido en el combate. Estos eran los hijos de aquellos que habían cruzado el mar rojo, eran los hijos de los que habían vencido a Jericó, eran los hijos de los que habían vencido a los pueblos de canaán; pero ahora habían sido vencidos por los filisteos.

Es necesario notar esto porque algunos cristianos basan su cristianismo en memorias, en eventos disfrazados, en historias de victorias ajenas. Su experiencia religiosa, su vida cristiana es como un museo lleno de objetos antiguos, muertos y ajenos. Ese tipo de experiencia no tiene ningún resultado porque no podemos basar nuestra vida en los éxitos de nuestros padres, en el testimonio de tus pastores, en las experiencias de tus cantantes o predicadores favoritos. Si has de vencer deberás luchar tú mismo.

Pese a todo, estos israelitas comprendían que su problema era de índole espiritual, pero todavía no habían comprendido Cuál era exactamente. Entonces alguien tuvo la idea salvadora: traigamos el Arca. El arca fue el objeto más sagrado de todos los tiempos. En ella se guardaba las tablas que contenían la ley de Jehová. En el arca se guardaba la Bara de Aaron y maná del desierto. No ha habido objeto más sagrado que ese, ya que representaba la misma presencia de Dios. Ellos pensaron, si traemos nuestros objetos de culto, si los objetos de nuestra adoración están con nosotros, tendremos una victoria segura.

Del mismo modo, hay hombres que piensan vivir la vida cristiana de modo semejante, piensan que si participan de los cultos de adoración, si cantan con pasión, si cantan con júbilo, sin dan gritos de alabanza, si la adoración hace que tiemble el templo, entonces su victoria estará asegurada. Dicen sin entender: “Dios habita en medio de la alabanza de su pueblo” Y creen que en esos rituales está su seguridad, del mismo modo en que el Arca estaba en medio del pueblo, creen que Dios está en medio de la congregación que canta.

El v. 5 dice que aconteció que cuando el arca del pacto de Jehová llegó al campamento, todo israel gritó con júbilo tan grande que la tierra tembló.
Estos israelitas tuvieron el culto de ensueño. Aquellos que gustan de los cultos unidos, las reuniones de adoración, los conciertos cristianos, seguro se hubieran emocionado en ese campamento. Pueden imaginar como dieron gloria esos hombres, la emoción y los sentimientos que los embargaron cuando el Arca de Dios, el Arca que testimoniaba el pacto que tenían con Dios llegó a ellos.

Si lo pensamos con cuidado podríamos tener una idea de lo que fue eso. En principio, he estado en cultos con menos de cien personas, mientras que en el campamento se había reunido más de 30,000 hombres. Eso ya es un mega concierto. Además hay otra diferencia: producto de costumbres y custiones "culturales" algunos asistentes a la iglesia apenas mueven su boca para cantar. Pero ese día, sin equipos de sonido, sin guitarras eléctricas, sin predicadores engrandecidos por los medios televisivos, esos hombres dieron un grito de júbilo que hizo temblar la tierra... definitivamente, estaban teniendo un gran culto. El ruido que hicieron fue tan grande que se escuchó hasta el campamento enemigo. La Biblia dice que los filisteos tuvieron tanto miedo, que tuvieron que animarse unos a otros para salir al combate.
Al final de la batalla, los Israelitas habían sido derrotados y 30,000 hombres habían perdido la vida, y el Arca, el objeto más sagrado del pueblo había caído en manos de sus enemigos.

Ese fue uno de los desastres más grandes del pueblo de Israel, curiosamente seguido del culto más grande.

Y es que la clave de la vida cristiana no está en la música "cristiana" como creen algunos. No está en los rituales externos, en la levantada de manos, ni en los gritos de júbilo o en las palmas para Cristo; tampoco está en los cultos ceremoniales con himnos de acento inglés del siglo XVIII o del siglo XIX. Tampoco en la predicación de sermones que hagan llorar a los asistentes. Hay pastores que han visto marcados sus ministerios por escándalos pecaminosos. Conozco de varios líderes y grupos de alabanza disciplinados dentro y fuera del país. Directores de música, ministerios de adoración y predicadores envueltos en pecado.

Me pregunto ¿por qué, si Dios habita en la alabanza de su pueblo?

¿Por qué si Dios me ha llamado a la libertad, aun puedo ver el fracaso en mi vida?

Si ya dije Sí Señor, ¿cuál es el problema?

El llamado que Cristo te hace es también un llamado a la santidad.


1 Tesalonicenses 4: 7 .- “Dios no nos ha llamado a inmundicia sino a santificación”


La facultad de escoger es solamente una ilusión de libertad, poder escoger lo correcto, eso es verdadera libertad. No se puede hacer las decisiones correctas si en mi vida no hay santidad. De modo que sin Santidad no hay Libertad.

La Biblia dice:


“... sino, así como aquel que os llamó es Santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: “Sed Santos, porque yo soy santo”.
“Si invocáis como Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación, pues ya sabéis que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir (la cual recibisteis de vuestros padres) no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.”

La santidad es indispensable para la victoria porque la santidad es la misma victoria.









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