lunes, 5 de noviembre de 2007

Volviendo al Hogar









La familia ha sido la que más ha sufrido con la modernidad. Los lazos se han vuelto más frágiles. El matrimonio es visto como una traba y es usado menos que antes. Las necesidades laborales hace que los padres tengan que separase buscando mejores oportunidades. Las exigencias laborales obligan a la gente a permanecer largas horas fuera del hogar, quebrándose la relación entre padres e hijos. Hay muchachos que comienzan a usar drogas sin que sus padres noten que hay problemas en ellos. Conocí a una familia cuya hija había dejado la universidad por dos años, sin que el papá lo sepa.

También está la cuestión de la fribolización de la vida. Una actitud egoísta en los miembros de la familia por la cual solamente piensan en su propia satisfacción. Padres e hijos buscando únicamente diversión para sí mismos, esposos que abandonan a sus esposas e hijos; hijos que detruyen su futuro o lo diluyen en alcohol. El resultado es que muchas familias han dejado de ser un lugar donde las personas encuentran amor. Hay jóvenes que prefieren abandonar sus casas y unirse a pandillas. Hay personas para quienes la peor parte del día es tener que volver a casa.

La cuestión es que la Biblia dice que Dios tiene una familia para nosotros. En Juan 14: 1-7, se puede leer:


1No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. 4Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. 5Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? 6Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. 7Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto

Él Señor quiere que formemos parte de su familia. Dios desea ser nuestro verdadero padre. Esta es una buena noticia, siempre hemos pensado que el camino del cristiano implica un “ir” a un lugar nuevo, adoptar una forma de vida que es contraria a nuestra constitución; la verdad es que, en cierto sentido, el camino cristiano es más bien un “volver” a nuestro verdadero destino. El “arrepentimiento” por ejemplo es un volverse hacia Dios. Jesús lo ilustró con una parábola: El Hijo Pródigo.

Un cristiano, en realidad no está yendo, sino está volviendo a la casa de su Padre, un lugar donde Jesús ha preparado un lugar para él.







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