martes, 28 de agosto de 2007

Te alabaré por siempre



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¿Porque te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mi?
Espera en Dios; porque aún he
de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.

He pasado un tiempo de abatimiento, de turbación de terminar un problema y comenzar otro, de no obtener respuestas, de compromisos pactados no cumplidos, de injusticias, de vituperios, en fin. He pasado días tristes, por no sentir la presencia de Dios en mi vida. Los compromisos laborales, profesionales, familiares, etc, el estar corriendo de un lado a otro, habían llenado mis días y no había apartado tiempo para Dios. Lo principal: mi comunión con Dios, había quedado de lado. El no hacer mi devocional diario, poco a poco me fue alejando de la comunión con Dios, y claro está, esa lejanía se sintió.

El retiro en Shirán y el sermón del domingo en la noche, me hicieron ver mi estado. Comprendí que, pase lo que pase en mi vida, yo he de seguir alabando su Nombre.

Oración:

Perdóname Señor, por dejar que los afanes de este mundo me turben, me abatan. Gracias por darme nuevamente el gozo de tu salvación. Gracias Señor porque he aprendido, que en todo momento yo he de buscarte y alabarte, en la alegría, en la tristeza, en la abundancia, en la escasez, con salud o sin ella, mi alma ha de alabarte siempre y esperar en ti.
Tú eres el aire que respiro, mi fuerza, mi paz, mi alegría, mi refugio, te he buscado y te he hallado. Amén.

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