Los jóvenes de hoy estamos acostumbrados a obtener todo rápido, barato y sin esfuerzo, cuando tenemos que comprometernos o perseverar optamos por abandonar el barco, dejar todo a medias.
El compromiso de un cristiano no es una carrera de 100 metros planos que dura 10 segundos, dura para toda la vida, es una carrera de largo aliento que incluye compromiso y sacrificio.
¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
1 Corintios 9: 24-27
En la época en que Pablo le escribe a los corintios, los juegos eran una pasión más que un entretenimiento; de ahí que se usaran correctamente como una figura del ardor cristiano. Corred de tal manera que lo obtengáis—esas palabras eran usadas por los instructores de los gimnasios y los espectadores para invitar a los estudiantes a hacer el máximo esfuerzo. Cada candidato tenía que jurar que había consagrado diez meses a su preparación, y que no violaría ninguno de los reglamentos. Se mantenía a una dieta estricta, absteniéndose del vino, soportando el frío, el calor y la disciplina más rigurosa. Los atletas se abstienen de todo para obtener un premio material. Mas nosotros, los cristianos buscamos el premio incorruptible (1Pedro 1:4; 5:4; Apocalipsis 2:10)
Es en vano empezar, a menos de que perseveremos hasta el fin (Mateo 10:22; 24:13; Apocalipsis 2:10). El “de tal manera” significa con una perseverancia, para la carrera celestial, semejante a la que exhiben “todos” los corredores en una carrera olímpica.
Correr la carrera cristiana implica incluso “herir nuestro propio cuerpo” Pablo no decía que era un masoquista, se refiere a la renuncia a nuestro egoísmo natural, para poder consagrarnos, como él lo hacía, enteramente a la gran obra de Cristo. La expresión “mi cuerpo”, se refiere al viejo hombre, y lo que queda de los deseos carnales, (Gálatas 5:17) … no sea que, habiendo predicado a otros yo mismo venga a ser reprobado…
Pablo enseña que si aun hacía falta tal vigilancia abnegada y constante de parte de él, a pesar de todas sus labores efectuadas a favor de otros, cuanto más hacía falta esta vigilancia a los corintios, y a nosotros mismos…
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1 comentario:
Gracias Jorge, esta reflexión nos anima a seguir adelante.
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