Mar 6:6 Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.
Las capacidades del hombre para hacer lo malo son enormes. Son casi tan grandes como sus capacidades para esperar lo malo. Uno puede hacer una lista de los sentimientos que los actos humanos han causado a otros. Está el dolor de un padre cuyos hijos no respetan, o el dolor de los hijos cuyos padres abandonan o lastiman. Está la amargura del hombre que es víctima de la explotación por su prójimo y aquel que sufre la violencia de los delincuentes.
Hubo un momento en el Antiguo Testamento que Dios se dolió por la superabundancia de la maldad en la tierra, y aquí tenemos a Jesús entre los suyos, sus familiares y vecinos. Deberían ser los primeros en reconocerle y sin embargo lograron asombrarle… con su incredulidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario