sábado, 8 de enero de 2011

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huira de vosotros” Stg. 4:7

Cada vez que un año termina, la gente hace un balance de cómo le fue, que cosas le faltaron, como puede mejorar y así es como se plantean todas sus metas para el año siguiente. Pero, nunca te ha pasado, que cada vez que intentas poner algo en tu corazón y empezar siempre hay algo que te distrae y ya no lo haces? Bueno, eso me paso a mí y mucho estos dos últimos meses del año y tengo una respuesta para eso: nuestro adversario de siempre, buscando devorarme.



Mientras hacia mi introspección, dividía mi vida en dos etapas: antes y después de SALI (el primer lugar donde ejercí mi profesión después de graduarme). Al ser ese un lugar cristiano todo era súper fácil: el testificar a mis alumnos, compartir pasajes con ellos, invitarlos a orar y a estudios bíblicos. Todo ya lo tenía servido pero, Dios en su infinita sabiduría me obligó a salir de mi zona de comodidad y aventurarme por caminos completamente diferentes. Aparentemente las cosas iban empeorando con el paso de los meses: perdí mi trabajo, no podía conseguir otro, necesitaba sustentarme. Cuando lo hice, la paga era tan mala y la ética tan poca, que yo renuncie esta vez. Luego, aparentemente Dios había tenido misericordia de mi y por fin me dio un trabajo con una buena remuneración y con pocas horas de trabajo. Cuál era el problema entonces? Yo no deseaba estar en ese lugar porque, según yo, era el lugar más secular y sin ética de todos los tiempos. Siempre quise mantenerme alejada de el, pero al verme entre la espada y la pared, no me quedó más que aceptarlo.

Mi primer día de clases fue un rotundo éxito! Llegue a sentir tanta compasión por mis alumnos que tuve en mi corazón el deseo de compartir con ellos acerca de Jesús. Pensé que si por lo menos uno prestaba atención, todo valdrá la pena. Cristo jamás ha trabajado de acuerdo a las estadísticas sino de acuerdo al crecimiento espiritual y cambio de la persona. Yo le llamo “Calidad antes que cantidad”. En fin, como uno de mis defectos es la vanidad, empecé a aceptar cada vez mas propuestas de trabajo (ya que tenía horas disponibles, bueno) y cuando me di cuenta, estaba metida en un mundo y en un ritmo muy diferente del que empecé y del que quise para mi vida. Cada vez oraba menos, leía mi Biblia menos y congregaba menos. Mi gozo por compartir del Señor se había convertido en amargura y simple cumplimiento de horarios. Un Domingo por la noche (porque para ese entonces hasta trabajaba los Domingos) escuche al pastor preguntarnos cómo es que la gente de hoy en día a limitado tanto a Dios que solamente lo buscaba para pedirle deseos y no para servirle. Fue ahí que me di cuenta de todo. Había ido perdiendo mi gozo poco a poco y cuando desperté estaba a kilómetros de mi lugar ideal.

Gracias a Dios, siempre se puede hacer borrón y cuenta nueva (claro, siempre y cuando no se te vuelva una costumbre). Después de casi un poco más de un año volví a sentir esa calidez en el corazón, tal y como el señor solía plasmarlo. Me estaba no sólo jalando las orejas sino también llamando para algo mucho más grande que ahora comprendo por qué empezó hace un año y medio. Yo sencillamente no quería hacerlo. Me había opacado tanto en mi amargura que ya no me atrevía a mirar a los demás con los ojos de Cristo.

Mi año terminó así: Deje uno de mis tres empleos (el que me tomaba más tiempo), me quedé con uno y decidí abrir mi empresa. Conseguí una gran amiga que tiene una sed tremenda de Cristo y su Palabra. Ahora que ya estamos por nuestro quinto mes en Overseas, sólo puedo decir: Señor, esa es tu mano! Podemos usar este lugar de formas inimaginables y está justo en el lugar que tu decidiste! Todas esas noches de desesperación por no saber qué sería de mí el próximo año aun están ahí. Satanás sigue atacándome en mis puntos débiles (esa es su especialidad) y justo ahora que me he decidido lo hace con más fuerza y presión! Esta misma mañana lo pude comprobar, pero como el Señor es más poderoso, puso aquel versículo en mi mente y en mi corazón para darme fuerzas y no caer! “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huira de vosotros” Stg. 4:7

Es tan maravilloso! Eso me hace tener más ganas de servirle con todo lo que soy. Lo cual significará mas tentaciones y tormentos pero: LOS TOMO TODOS! Ya se cansará como se cansó con Job. La diferencia, es que yo sí tengo verdaderos amigos en Cristo que entienden perfectamente por lo que estoy pasando y me alientan a la luz de la Palabra. Hay muchas cosas que aún no sé pero ya el Señor se encargará de mostrármelas en el momento más indicado. Mientras tanto, a esperar se ha dicho! Pero, a esperar en El!

No hay comentarios:

googlea0c051ee0262d0f6.html