Cuando una persona se convierte, la primera temporada que experimenta es la mejor del mundo: La tan bonita luna de miel! Es como cuando vienes del campamento y prometes nunca más hacer las cosas a las que estabas acostumbrado y que hacían daño a tu comunión con Dios. Sin embargo, con el paso de los meses y años vas entrando de nuevo en ese mundo que ni tu mismo te esforzaste en evitar. Vienen las angustias, y con ello, Satanás se manifiesta alegrándose en tu desdicha. Que te queda? Quejarte? Llorar y maldecir el momento en que le diste cabida al enemigo? Deprimirte? En lugar de todo ello deberíamos recordar que SIEMPRE, sin importar lo que suceda, debemos gozarnos en Jehová por que Él es nuestra fortaleza.