Justo ayer en la clase de escuela dominical, la maestra nos pregunto cuál era la mejor forma de leer la Biblia. Claro, todos dimos nuestro punto de vista. El mío fue por medio de un devocional y aparte libro por libro. Es impresionante como pueden compaginar los versículos con la historia de tu vida. Para eso es la Biblia, ahí puedes encontrar las respuestas a todas tus dudas. Unos antes y otros después pero siempre encuentras lo que buscas.
Entonces, ¿Cómo es eso de orar con lágrimas? Pues si de eso se tratase, ya habría ganado un Oscar al llanto más largo del mundo hace tiempo. Es por medio del dolor que Dios trata de hablarnos de la manera más fuerte que tiene. Muchos de nosotros no tomamos atención a ello y simplemente nos dejamos llevar por la desesperación y a veces por la depresión. Nadie dice que no puedes estar triste (además, ¿Quién soy yo para dar ánimos cuando mi temperamento no es el más deseado ultimamente?), lo que importa aquí es el clamar a Dios en medio de tu desesperación. No renegar, no imponer con deseos egoístas, sino clamar con lágrimas en los ojos, gemidos si lo deseas e implorar a Dios para que se haga su voluntad en ti. Y si no era eso lo que tu esperabas, pues pídele para que te ayude a aceptarlo por más dolorosa que pueda ser su respuesta. Dios siempre tiene un fin.
Dios está presto a escuchar nuestro clamor. En mi devocional leí que las oraciones más conmovedoras a Dios son las que se hacen en medio de llanto y lágrimas. Un ejemplo de ello es mi mamá (yo tuve un grave problema de salud cuando tenía cuatro meses de nacida, ya no tenía esperanza médica y luego de un coma y ante la aflicción de mi mamá, su llanto, súplica y dolor , Dios se manifestó de maneras asombrosas: ME SALVÓ). Mi mamá pidió con lágrimas, Ana también lo hizo, el pueblo de Israel no dejaba de hacerlo y últimamente eso es lo único que yo sé hacer. ¿Qué hay de ti?
Ahora, si sabes que Dios tiene el control, ¿Por qué sigues triste? ¡Mira quién lo dice! Aquella que no puede soportar ni siquiera que le hablen de ciertas cosas porque empieza el llanto, como si fuera el primer día. Fácil de decir y difícil de hacer ¿No? Pues bien, déjame decirte que con la ayuda de Dios todo es posible. Entreguémosle pues nuestro corazón completamente a Jehová así como está, no importa cuán pisoteado, despedazado o quebrantado esté. Él “nos guardará como a la niña de sus ojos y nos cubrirá bajo la sombra de sus alas” Salmo 17:8 . “Él es nuestra roca, castillo y libertador. Nuestro escudo y la fuerza de nuestra Salvación, nuestro alto refugio” Salmo 18:2. Espera en él que hará, confía y te dará. Aunque los días te parezcan largos, las horas interminables y nada suceda a tu parecer o a tu favor, Dios está buscando la mejor manera de hacerte ver lo que quiere para ti. ¿Cómo lo descubrimos? Simple, leyendo la Biblia. Comienza a hacerlo y ya verás.